Entramos en la consulta. El médico nos saludó con dos besos en la mejilla a cada una. Teníamos confianza con él porque siempre nos había atendido él.
Doctor: Sentaros, por favor. –nos ofreció. Le hicimos caso y tomamos asiento en las dos sillas que había en frente de su mesa. –Bueno, ¿qué tal? –preguntó amable.
Carla: Bien. –contesté al ver que Inés no tenía pinta de hacerlo.
Doctor: Inés, como ya te habrá contado Carla, sabes que la semana que viene está pendiente tu operación. –ella asintió.- A menos que no quieras. Sabes que es totalmente voluntaria y no se realizaría si no lo deseas.
Inés: D-Desear, lo q-que es desear, no l-lo deseo. –bromeó seria. Al único al que le hizo gracia fue al médico, que rió. – Pero sí q-que quiero hac-cerla.
Doctor: Está bien. Te noto seria. No tienes que preocuparte por nada. Tenemos un equipo de médicos muy buenos. Esta operación ya se ha realizado varias veces antes y no ha habido ningún problema. Como tu médico que soy, mi deber ahora es decirte que es lo que vamos a hacer.
Y como si de un libro lo tuviera aprendido, el médico nos fue explicando en qué consistía la operación. Una pequeña abertura en la parte de la faringe, tocar unas cuantas cosas, cerrar y con el tiempo sólo quedaría la marca de una pequeña cicatriz que ni se notaría.
Doctor: Te costará hablar justo después de la intervención, -explicó.- Es más, te lo prohibiremos por un tiempo de a lo mejor una semana o dos. Después de eso, como si nada hubiera ocurrido, podrás hablar a la perfección.
Todas las palabras y las cosas que decía sonaban muy bien. Pero claro, todo no podía ser tan perfecto.
Doctor: Como ya te he dicho, con nuestro equipo no habrá ningún problema. Pero…
Pero. Siempre tenía que haber un jodido pero.
Doctor: Lo único malo que podía pasar sería alguna complicación en la operación. Ello conllevaría a lo mejor, en el peor, peor de los casos la pérdida del habla. Pero repito, no debe ocurrir en ninguno de los casos.
Pérdida del habla. Genial. Por si no teníamos miedo, sobretodo Inés, ahí está la gota que colmó el vaso.
El doctor siguió diciéndonos cosas, pero yo, y lo más seguro que Inés también, desconectamos de aquella conversación. Oímos al médico de fondo, pero nuestra mente estaba en lo que podía pasar en la operación.
Al fin terminó lo que podíamos llamar perfectamente como infierno. Salimos de allí, y no hizo falta dar más de dos pasos después de cerrar la puerta de la consulta para que Inés se viniese abajo. Empezó a llorar como una cría y a agarrarse a mi cintura como si su vida dependiese de ello.
Carla: Ya está, cariño, ya está. No va a pasar nada, ¿vale? –le consolaba.
Inés: T-tengo mied-do. –dijo entre llantos.
Carla: -tenía que hacer un gran esfuerzo para no echarme a llorar también. –Cariño, escúchame bien. Estoy contigo. Noelia está contigo. Los demás están contigo, ¿vale? –Le dije mientras la abrazaba.- Danny, cariño, Danny está contigo. Siempre lo estaremos, y nunca estarás sola.
La abracé bien fuerte. De alguna forma quería transmitirle mi fuerza y energía, si es que tenía alguna. La separé de mí y le sequé bien las lágrimas.
Carla: Nunca estarás sola. –repetí mirándole esta vez a los ojos. Me volvió a abrazar. Pasados unos minutos parecía que ya estaba más tranquila.
Inés: L-Lo siento… -se disculpó.
Carla: No tienes porqué sentirlo. –le contesté. –Anda, volvamos a casa. Tengo hambre. ¿Tú no? –le pregunté. Ella asintió algo más sonriente.
Le ofrecí mi mano y ella la agarró fuerte. Así volvimos a casa. Cuando llegamos ya era la hora de la comida, y Noelia, que ya se había despertado, había preparado algo para comer. Albóndigas. Siempre hacía albóndigas. Aun no se sabe si es que le gustan demasiado o es que es lo único que sabe hacer. Entre las tres ayudamos a poner la mesa.
Durante la comida informamos a Noelia de todo lo que nos había contado el médico. Ella y su positividad dieron otro buen empujón en la moral de Inés hacía arriba. También, como chicas y casi hermanas que somos, tratamos el tema de Danny
Noelia: ¿Qué te mola Danny? –dijo asombrada.- Bah, me lo imaginaba. –comentó segundos después.
Inés: ¿T-Te lo imaginabas? –quiso saber.
Noelia: Desde lo que me contaste que pasó en aquel probador, cambiaste tu forma de mirar a Danny. –comentó mientras jugaba con sus albóndigas en el plato.- No, en serio. Parecías Carla enamorada de Dougie. –apuntó como el que no quiere la cosa. Ella e Inés rieron.
Carla: No os paséis. No estoy enamorada de nadie. –contesté algo mosqueada.
Noelia: ¿Seguro? –inquirió arqueando las cejas. Todo con la melodía de la risa de Inés de fondo. - ¿Si te dijera que lo he visto esta mañana con otra chica, te pondrías celosa?
Carla: Si me dijeras eso, no me lo creería. Dougie nunca me haría eso. Confío en él.
Noelia: ¿Confías tanto en él como lo haría una chica en el chico del que está enamorada?
Carla: ¡Noelia! –grité. Ellas volvieron a reír.- Sois tontas, eh. ¿Y qué hay de ti y de Jack? –ataqué con una sonrisa maligna.
Noelia: Nada. Nos gustamos y tal, y bueno… Por qué no decirlo, es bueno en eso que ya sabéis. –dijo guiñándonos un ojo.
Inés: ¿En qué? –preguntó la niña inocente.
Noelia: En eso que todavía Carla no ha hecho con Dougie y se muere por hacer. –le contestó.
Carla: ¡Vete por ahí, Noelia!
Noelia: No te enfades, tonta. –rió. –Pero, ¿a qué es verdad?
Carla: Pero, ¿a qué es verdad? –le imité haciendo burla. Ella me contestó sacándome la lengua. Yo le hice lo mismo, e Inés se lo pasaba pipa. –Bueno niñas, dejaros de tonterías y recojamos esto.
Noelia: Woo… ¿Y esa prisa?
Inés: T-Tranquila, Doug no se va a d-desintegrar. Aun tie-nes toda la tarde p-para hacer e-eso. –Ella y Noe chocaron los cinco mientras se reían.
Carla: Seguís con esas, ¿no? Pues muy bien. Ahora vais a recoger todo esto vosotras solas. Sin mi ayuda. –acentué.
Me levanté de la silla y me di media vuelta. Ellas me miraban aun riendo y alucinando a la vez. Antes de salir por la puerta de la cocina le mandé un beso con la mano y les guiñé un ojo divertida.
Noelia: ¡Te lo perdonamos porque vas a hacer eso con Doug, eh! –le oí gritar mientras subía las escaleras a mi cuarto, donde me tumbé en la cama.
Con tanto hablar de hacer eso con Dougie, pues… me habían entrado ganas, la verdad. Cierto era que ya tuve una oportunidad en su momento, y lo dejé pasar. Mi motivo fue que aún no sentía nada ‘especial’ por él, pero ahora…
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