martes, 23 de agosto de 2011

~Capítulo 38;

Sí, sí, lo que leéis. Capítulo 38. He subido otros tres capítulos más.
Siento haber tardado tanto en haber subido, pero cuando pude, hace unos cuantos días, Blogger se me había escacharrao y no me iba. T_T
Bueno, que eso. Que no se os olvide leer los otros capítulos y cometad, que me tenéis muy abandonada.. Vale, sí, yo también os tengo abandonados y subo con algo de poca frecuencia debido a distintas circunstancias, pero.. D:
Buéh, hope you like it. ;) <3                                             

POV CARLA
Nos fuimos a casa de los chicos, ya que en la nuestra estaban Danny e Inés y no íbamos a entrar en la de Alice y Jack por la cara con todo lo que les estaba pasando.
Carla: ¿Habrá alguien? –pregunté cuando Dougie abrió la puerta con su llave.
Dougie: Estamos a punto de comprobarlo. –dijo mientras entrábamos. -¿Hay alguien? –gritó al aire.
El silencio se hizo, no había nadie en casa.
Dougie: No, no hay nadie. Oye, -dijo girándose a mí y colocando sus manos en mi cintura. -¿seguro que no quieres nada de cenar?
Carla: Doug, te preocupas demasiado.
Dougie: Sólo quiero que estés bien.
Carla: Estoy bien, ya te lo he dicho. No quiero que seas uno de esos novios atosigadores. –reí.
Dougie: Eh, eh. En todo caso sería, tú novio atosigador, no ‘uno de esos’.
Carla: Ah, bueno, en ese caso, mucho mejor.
Sonreí a la vez que me acercaba y me besaba con él. Era verdad que Dougie se preocupaba demasiado por mí. Yo a Doug lo quería como novio, no como un cuidador profesional.
Carla: Prométeme que no te preocuparas tanto por mí.
Dougie: Vale…
Carla: Yo me preocupo por ti y no me paso el día preguntándote si te falta algo.
Dougie: Ya…
Carla: Con estar conmigo me basta.
Dougie: Entendido…
Carla: Si estoy contigo, estoy mejor que nunca.
Dougie: ¡Carla! Está bien, lo he captado.
Carla: Vale, vale. Perdón. Es que…
Dougie: Ahora eres tú la que se está preocupando. Déjalo ya.
Decidí dejar esa conversación ahí como me había dicho Dougie y la cerré con un beso.
Dougie: Creo que estamos perdiendo una oportunidad de oro. –me dijo sonriendo de lado y en un tono intrigante.
Carla: Cierto. Aún no me has enseñado tu dormitorio. –reí y eché a correr escaleras arriba.
Dougie: No me refería a eso… Pero vale. –lo oí reír subiendo las escaleras poco después de mí.
Cuando subió él fue el que me indicó que puerta era. Entró él primero, dejándome paso a mí después. Aunque subió la persiana del dormitorio, entro poca luz, ya que era de noche. Se tumbó en la cama bocarriba, mientras me observaba inspeccionar el resto de la habitación.
Carla: Vaya… me la esperaba más desordenada. –reí.
Dougie: Dios… ¿cómo te la esperabas entonces? –dijo teniendo en cuenta de que estaba todo muy revuelto.
Tenía cosas por el suelo, por encima del escritorio, por las paredes y por el techo. No había un lugar en aquella habitación que estuviera libre de algún poster, pantalones, folios escritos, camisetas, discos, etc.
Carla: ¿Y esto? –acaricié un colgante que colgaba de una chincheta clavada en la pared.
Dougie: ¿El qué? –lo cogí de su sitio y se lo mostré.- Ah, eso. Hmmm… -dudó.- ¿Eres celosa?
Carla: ¿Qué? ¿Por qué me preguntas eso?
Dougie: Ese colgante me lo regaló mi última novia. Me trae buenos recuerdos y eso… ¿Qué… qué te parece? –inquirió algo asustado.
Me volví y lo dejé en su sitio. En una décima de segundo salté sobre la cama, cayendo encima de Dougie. Éste se quejó, y yo reí divertida.
Dougie: ¿No te molesta, entonces?
Carla: Me parece algo muy tierno por tu parte. –admití.
Dougie: No acabamos bien… Pero ese colgante me recuerda que no todo fue malo.
Sonreí algo melancólica. Me senté en la cama, apartándome de encima de Dougie. Dirigí mis manos a mi nuca y desabroché el colgante que siempre había llevado, en todo momento. Tenía una cadena larga, y de ella colgaba una especie de medalla pequeña plateada. En ella ponía ‘I’ll be Ok’.
Carla: Yo también quiero que te acuerdes de nuestros buenos momentos. –le sonreí y le tendí el colgante.
Él se incorporó en la cama para verlo mejor. Sonrío y me besó en los labios. Me levanté y me puse a sus espaldas. Le puse el colgante y posé dulcemente mis labios en su nuca. Noté como su piel se erizó. Se giró sobre sí mismo para ponerse cara a cara conmigo.
Dougie: Te quiero. –susurró.
Carla: Y yo.
Con la ayuda de sus manos en mi espalda me atrapó más cerca de él, besándome. Poco a poco fue cayendo hacia atrás, conmigo pegado a él, hasta quedar tumbados por completo en la cama. Sus manos recorrían con delicadeza cada centímetro de mi espalda por el interior de mi camiseta. Yo le acaricia el pelo. Me obsesionaba su pelo. Era tan suave que su simple roce entre mis dedos producía un dulce placer por mi cuerpo. Iba lento, sabía que me gustaba esa sensación. Hacía cosquillear toda mi piel. Varios minutos estuvimos así. Minutos que quería que se alargasen mucho más, pero al fin y al cabo, eso sólo eran los preliminares.
Me incorporé en la cama y con calma me quité la camiseta. Dougie me observaba con una sonrisa ancha, y hasta que no me hube quitado la mía, él no se quitó su camiseta. Lo hizo muy rápido, al contrario del ritmo que estaba llevando en general. No me permitió que me quitara yo el sujetador, y fue él, de nuevo, con la delicadeza que estaba caracterizando el momento. Sus manos volvieron a mi piel, en vez de a mi espalda, a mi pecho. Yo hacía lo mismo. Los mimos en sus pectorales, en las curvas de sus abdominales no cesaban. Nuestras bocas no se separaban, moviéndose con tranquilidad, con cuidado, con amor.
Las ganas, los deseos, las ansias iban acudiendo a mí. Bajé mis manos a su pantalón y le desabroché el botón. Noté, mientras nos besábamos, como sonreía. Con solo la ayuda de sus pies, se quitó las zapatillas, y así, más fácil el pantalón. Yo tampoco tardé en quitarme el mío. Para ello me tuve que incorporar de nuevo. No me lo esperaba, pero Doug hizo lo mismo. Los roces siguieron sentados en la cama. Las yemas de sus dedos palpando mi cuerpo me ponían la piel de gallina.
Llegó un momento en el que, Doug quedándose sentado sobre la cama, me hizo tumbarme. Apoyé esta vez la cabeza en la almohada, cerré los ojos y sentía como jugaba con mis emociones. Pasaba sus manos, y ahora su boca también, por todo mi cuerpo. Desde el lóbulo de mi oreja, mi cuello, las curvas de mi cintura o el interior de mis muslos, produciendo así, pequeños sonidos impulsivos y fogosos de mi garganta. Más tarde me daría cuenta de que dejó más de una marca sellada en mi cuello y mi pecho, gracias a esas succiones  que en ese momento tanto me ponían.
Posó sus labios a la altura de mi ombligo, a la vez que, con la ayuda de sus manos y que encorvé hacia arriba mi cintura, se desprendía de esa última prenda que me protegía. Él no esperó mucho más para deshacerse de la suya. Así, desnudos, colocó sus manos en mis mejillas para darme un beso en la frente y otro seguido en los labios. Mirándome a los ojos, y yo a los suyos, más azules de lo normal, lo volvió a repetir.
Dougie: Te quiero.
Sin querer escuchar una respuesta, separó su rostro del mío y colocó sus manos en mi cadera, no sin antes colocar cierta cosa en su sitio. Poco a poco, con suavidad y dulzura, entraba en mí, llevándome en brazos al placer del amor. No iba con prisa, no tenía prisa. Quería prolongar ese momento tanto como yo. Exclamaciones de goce inundaban y plagaban la habitación, tanto por su parte como por la mía. Un continuo y excitante vaivén, que empezaba a  cambiar de ritmo con frecuencia. Lento o rápido, con fuerza o suave. Tocando el cielo en todo momento y además, haciéndoselo saber a él mediante besos, murmullos, aclamaciones, emociones que no controlaba, ni quería.
Le atrapé contra mi piel, para que continuara pegado a mí, para sentir su placer en mi oído y que me empapara de su sudor, para clavarle mis uñas inconscientemente en su espalda y susurrarle en susurros apasionados y suplicantes que no parara, que ese vaivén no cesara nunca.

~Capítulo 37;

POV DANNY.
Aproveché la ocasión de que Dougie y Carla se había ido a la cocina para acercarme más a Inés. Se notaba tan frágil que pequeños nudos se formaban en mi estómago por no quererle hacer daño. Con suma delicadeza recorría las líneas de su cuerpo por encima de su ropa y acariciaba con mí lengua la suya.
Inés: Danny… -me llamó. No le hice caso. -¡Danny! –insistió riendo. Tuve que separarme de ella.
Danny: ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? –repetí impaciente. Ella rió divertida.
Inés: ¿Has es-cuchado e-so?
Su piel era demasiado dulce como para dejarla a un lado y seguir esta conversación que no parecía nada interesante. Solté un sonido extraño que ni afirmaba ni desmentía nada y volví a pegar mis labios a su cuello.
Inés: ¡Danny! ¿Me es-tás escuchan-do? –de nuevo solté la misma pronunciación de antes, esta vez sin separarme. –C-creo que ha sido la p-puerta de ca-sa.
Resoplé abatido y me volví a separar de ella, para mirarle a los ojos.
Danny: ¿Qué te preocupa, a ver?
Inés: No, nada. Sólo p-pensé que podían ha-ber sido Doug y Carla, que se ha-yan ido.
Danny: Posiblemente. ¿Y qué?
Inés: P-pues que si es así… Estamos s-solos, ¿n-no?
Danny: Ajá.
Inés: Bien… Sí… -rió nerviosa. –Esto… Errhh… ¿Quieres c-cenar al-go? –dijo moviéndose debajo de mí para levantarse del sofá.
Danny: Pero… -estaba confundido.- Inés…
Inés: ¿Un sándwich? –me interrumpió. Ahora se fue a la cocina, sin ni si quiera escucharme.
Fui a la cocina. Me la encontré buscando cosas por el frigorífico y por las estanterías, dejando en la encima lo que quería para preparar de cena.
Danny: Inés.
Inés: ¿Qué? –me contestó sin mirarme, moviéndose de un lado para otro.
Danny: ¿Qué coño te pasa?
Inés: ¿A mí? N-nada.
Me estaba empezando a poner nervioso porque no paraba quieta, y ni me miraba cuando me hablaba. Le cogí de un brazo con cuidado y la coloqué delante de mí.
Danny: Te has puesto nerviosa de repente. Soy tonto y no sé por qué, pero quiero que me lo digas. –le miré a los ojos.
Inés: Está bien… Nunca he he-cho un sand-wich. Siempre los ha-ce Carla. A lo m-mejor no sale tod-do lo bien q-que esperas, p-pero lo int-tentaré.
Danny: ¿De qué estás hablando? –solté una carcajada enorme. Hice reír a ella también, aunque más tímidamente.
La cogí en peso, haciendo que su rostro estuviera por encima del mío. Ella enroscó sus brazos en mi cuello y le miré divertido.
Danny: ¿Y tú eres la lista de la pareja? La llevamos clara. –reí. –Sabes que no te estaba diciendo eso.
Inés: Lo sé… -admitió.
Danny: ¿Y bien? ¿Quieres decirme algo? –Ella negó con la cabeza. -¿Seguro?
Inés: ¡Jo, Dan! –exclamó escondiendo su cara en mi hombro como si fuera una cría.
Sonreí como un tonto cuando hizo eso. La dejé con dulzura en el suelo otra vez. Pasaron varios minutos mientras ella ocultaba su rostro en mi pecho. Cuando se separó su mirada estaba en sus manos, a la altura de mi cintura.
Inés: Me da m-miedo estar a s-solas contigo. –dijo casi en un susurro.
Mis ojos se abrieron como platos, aunque ella no me vio. Agaché unos centímetros mi cabeza hasta tenerla justo en frente de la suya.
Danny: ¿Puedes repetir eso mirándome? –le pedí.
Inés: Me da m-miedo estar a s-solas contigo. –cumpliendo con mi petición.
Danny: ¿Por qué? No muerdo. –desvié la vista un segundo al techo. –Bueno, vale, a veces sí. Pero si me lo pides, no volveré a morder. Lo prometo. –le saqué una pequeña sonrisa.
Inés: No es p-por eso… Es por… E-eso. –recalcó.
Danny: ¿Cuál es el problema?
Inés: Digamos que… tú t-tienes mucha, mucha exp-periecia, y yo… pues no. –de nuevo volvió a esconder su cara en mi cuerpo.
Danny: ¿Cómo qué no?
Inés: Como que no.
Danny: ¿En serio?
Inés: ¡Danny! –dijo volviéndose a separar de mí.
Danny: Vale, vale. Sólo que no me lo esperaba. –ella me miró sin entender. –No sé, eres demasiado preciosa como para que sea, si lo soy, el primero. Ya me pareció extraño en su momento que no tuvieras novio… -reí.
Ella rodó los ojos y me besó. Ya percibí que estaba más tranquila. Aun así, quise asegurarme.
Danny: Sé que puedes tener miedo, lo entiendo. Pero debes confiar en mí. Si ya tenía cuidado antes, ahora tendré el triple.
Inés: Pero Danny… No sé… Las chicas me han ha-blado de esto. Dicen que duele. Y p-para que ellas lo di-gan…
Danny: Ya, ya. –asentí. -Pero… Bueno, tú haz lo que veas. Yo te voy a respetar. Siempre.
Esta vez fui yo quien me acerqué para besarla. Quería, de alguna forma, transmitir la seguridad que le faltaba.

~ Capítulo 36;

POV CARLA.
Alice: Chicos, creo que me voy a ir a casa. No me encuentro muy bien. –se levantó y Harry hizo lo mismo.
Carla: Quedaros a cenar. –les ofrecí.
Alice: No, en serio, no importa.
Harry: Gracias. –añadió él.
Se despidieron de cada dos besos y algún que otro abrazo. Se les notaba decaídos, tristes.
Danny: Vaya… -dijo sentándose de nuevo en el sofá al lado de Inés una vez que Alice y Harry ya se habían ido.
Dougie: Harry no va a llevar esto bien.
Carla: Nadie sería capaz de llevarlo bien.
Inés: ¿Irán a cor-tar?
Danny: Seguro. Si no lo hacen ahora, lo harán después.
Dougie: Jack y Noe ya lo habrán hecho.
Carla: Es una mierda. –dije abrazándome a Dougie. Por un momento se me había pasado por la cabeza de que me pasara eso a mí con él.
De repente, aparecieron por la puerta del jardín de atrás Jack y Noelia. Hacía mucho tiempo que no la veía con ese aspecto. Se me partía el corazón.
Jack: Me voy a casa. Mañana me espera un largo día preparándolo todo. –se giró a Noelia y le sujetó la cara con sus manos. Seguidamente le besó suavemente en la frente. –Te quiero. –algo que sólo ella pudo escuchar.
Jack se fue a casa después de haberse despedido de todos nosotros. Una vez que él salió por la puerta se dispuso a subir las escaleras, pero la llamé.
Carla: Noe, ¿no cenas?
Noelia: No tengo hambre. –contestó sin ni si quiera girarse.
Carla: Noelia. –ahora si se giró. –Por favor.
Ella rechistó y volvió sobre sus pasos para entrar en la cocina. En menos de un minuto salía de ella con un yogur en las manos. Me lo enseñó y volvió a arriba mientras yo negaba con la cabeza.
Dougie: Déjala, apuesto a que tú tampoco vas a cenar.
Fui a abrir la boca, pero la verdad es que tenía razón. No tenía nada de ganas.
Dougie: ¿Ves? Pues ahora vas a comer algo. –levanté una ceja. –Va en serio. No quiero excusas.
Carla: Vale, papá. –reímos y me besó.
Dougie: ¿Quieres que prepare algo de comer? Un sándwich u otra cosa.
Carla: ¿Pero entonces iba en serio?
Dougie: ¿Dudas de mi palabra? –preguntó sin esperar respuesta, yendo hacia la cocina.
Reí y me levanté del sofá para irme con Dougie a la cocina. Dejé de paso a Dan y a Inés solos en el salón.
Carla: Doug, -empecé.- yo te quiero y tal… Pero no sé…
Le abrazaba por la espalda, enroscando mis brazos en su cintura y me tuve que poner de puntillas para ver lo que hacía por encima de su hombro.
Dougie: ¿Tampoco te fías de mis habilidades en la cocina? –giró, rodeado por mis brazos aún,  para ponerse frente a frente conmigo.
Carla: Bueno… dicho con esas palabras… -alzó una ceja. Yo volví a reír y negué con la cabeza.
Dougie: Ah, pues muy bien. Te has quedado sin mi súper sándwich.
Carla: Chachi. –contesté sonriente.
Dougie: ¿Chachi? No te puede parecer chachi. –dijo pareciendo enfadado.
Carla: Tonto, ya te dije que no tenía hambre.
Vi como ya no podía aguantar más la risa y soltó una carcajada. Lo apreté más fuerte a mi cuerpo, y él, agachando la cabeza, acarició su sonrisa con la mía.
Dougie: ¿De verdad que no quieres nada? –preguntó ya fuera de coñas.
Carla: De verdad.
Salimos de la cocina entre mimos, pero cuando llegamos a la puerta, me paré en seco, haciendo que Dougie chocara conmigo a su vez.
Dougie: ¿Qué haces? –preguntó confundido.
Carla: ¡Shh! –le mandé callar.
Le señalé al salón. Danny e Inés estaban muy acaramelados en el sofá. Se notaban como se trataban con cuidado. Algo que me sorprendía que viniese de Danny, ya que sé de primera mano lo bruto que puede llegar a ser.
Carla: Vayámonos a otro sitio y dejémoslos en paz. –dije susurrando.
Dougie: ¿Estás de coña? ¡Qué se vayan ellos! –gritó al mismo tono.
Carla: Dougie… -dije poniendo ojitos. –Míralos… ¿No son súper monos?
Dougie: Nosotros lo somos más.
Carla: Creído. –dije esta vez mirándolo.
Dougie: Te gusta.
Carla: Muy creído.
Dougie: Admítelo, te encanta.
Carla: Más creído de lo que pensaba. No te pega. –reí por lo bajo. –Deja esa actitud a Danny y vamos.
Enrosqué sus dedos con los míos y tiré de él hacia la puerta de entrada. Íbamos con cuidado de no molestar a los chicos, aunque me daba la impresión de que aunque cayera un ovni en mitad de la casa, ellos no se separarían.

lunes, 8 de agosto de 2011

~ Capítulo 35;


     El paseo con Doug se me había hecho demasiado corto, sin embargo, la noche caía y decidimos volver a casa. No quería que todo con Dougie ocurriese tan rápido. Quería ir lento, degustando cada segundo con él, la delicia y la dulzura de sus besos, de sus abrazos, de sus caricias. Llegamos a casa y a muy pesar nuestras, entramos, dejando un rastro de mimos detrás de nosotros.
     Lo que vimos cuando entramos al salón borró toda huella del empanamiento que llevaba encima. En el salón se encontraban las dos parejitas, esta vez no muy felices, Harry, Jack, Alice y Noelia. Las chicas lloraban débilmente bajo el consuelo de ellos, que tampoco no parecían muy alegres por su parte.
     Rápidamente me acerqué a ellos, con Dougie siguiendo.
Dougie: ¿Pero que os pasa? –preguntó alterado. Ellos no contestaron con la misma precipitación con la que hizo la pregunta.
     Con la tontería de contestar, dio tiempo a que apareciesen por la puerta del jardín Danny e Inés. Otra imagen que no me esperaba para nada, y mucho menos sus manos entrelazadas. Se separaron igual que hice yo con Doug al ver cómo estaban los demás.
Inés: ¿Q-Qué pasa aquí? –preguntó en el mismo tono que lo había hecho Dougie.
Jack: Chicos, sentaros. Tenemos que contar algo. –dijo serio, sin apartar la vista de Noelia.
     Intentamos controlar nuestros impulsos y le hicimos caso, sentándonos donde pudimos.
Jack: A ver… Resulta que…
Harry: Se van. –dijo interrumpiendo a Jack.
Danny: ¿Qué se van? ¿Quién? ¿A dónde? –inquirió nervioso.
Jack: Nuestros padres han llamado. Nos vamos. Alice y yo. Cogemos un avión el pasado mañana a California.
Dougie: ¿De qué mierda estás hablando, Jack? –le preguntó sin creer lo que estaba diciendo.
Alice: Tenemos billete de ida, pero no de vuelta. –tenía los ojos hinchados de haber estado un buen rato llorando.
Carla: ¿Pero… Pero por qué?
Alice: Han encontrado un trabajo mejor en California. Pagan muy bien y… no sé qué más le ven.  –Estaba rodeada por los brazos de Harry. Él apenas había hablado y se limitaba a agarrar fuerte la mano de Alice.
Dougie: No me lo puedo creer.  –se levantó del sofá y fue hacia Jack. Los dos se dieron un fuerte abrazo. 
Inés: No esta-réis para mi ope-ración… -se levantó también y fue a abrazar a Alice.
Alice: Lo sé, cariño. –de nuevo se le volvieron a llenar los ojos de lágrimas. –Llamaremos por teléfono. No podemos hacer otra cosa.
     Inés asintió. Sabía que esto no estaba siendo fácil para ellos como para reprocharle que no estuvieran con ella la semana siguiente.
    La hora de la cena llegó, pero parecía que nadie tenía apetito. Con este tema ni si quiera nos habíamos percatado de que Danny e Inés estaban más cariñosos de lo normal.
Jack: Aún no se lo hemos dicho a Tom y a Gi. –le dijo a Alice.
Alice: Cierto… Pero ahora estarán tan ilusionados con lo suyo. –dijo melancólica.
Carla: ¿Lo suyo? ¿Qué es lo suyo?
Alice: ¿No os lo han dicho? La verdad es que lo saben desde ayer…
Carla: ¿Pero el qué? –pregunté impaciente.
Harry: Cariño, eso es algo que deberían decírselo ellos mismos. –le dijo a Alice.
Dougie: ¡Vamos, Harry! ¿Qué es?
Alice: Harry tiene razón.
    Los demás resoplamos porque no sabíamos que era eso, pero si era importante, Harry estaba en lo cierto. Tendrían que ser Tom y Gio quien nos lo contase.
     Estuvimos un rato sin decir nada ninguno. Cada uno estaba hundido en sus propios pensamientos. Todo estaba ocurriendo demasiado rápido. Yo y Danny, yo y Dougie, Danny y Dougie, Danny e Inés, Inés y su operación, Jack y Alice y su viaje. Demasiadas cosas en poco tiempo.
Jack: Noe, ¿podemos salir fuera y hablar? –le preguntó. Ella le miró primero a él y luego a nosotras. Su mirada no tenía la confianza propia de ella.
POV NOELIA.
    Muerta de miedo salimos al jardín. No quería oír lo que Jack me iba a decir, porque era obvio. Se iba y no sabía cuándo volvería. Las relaciones a distancia nunca funcionan tan bien como deberían.
     Nos sentamos en la hierba. La noche ya había caído y diversas estrellas adornaban el cielo de Londres. Solo de pensar que posiblemente nunca más volvería a mirarlas al lado de Jack hacía que mis ojos se llenasen de lágrimas y querer mandarlo todo al quinto pino.
Jack: Te echaré de menos. –dijo al fin después de un largo silencio. No me vi capaz de contestar. Me limité a asentir y a morder mi labio inferior reprimiendo los sentimientos. – Es difícil.
Noelia: Las relaciones a tanta distancia no van bien.
Jack: Lo sé. Por mucho que queramos, las cosas cambiarán. Quizás…
Noelia: Quizás. –concluí antes de que terminara de hablar. De nuevo se volvió a hacer el silencio.
Jack: Tampoco quiero estar entrometerme si encuentras a otro chico. –le miré asombrada. –Si no lo dejamos podemos llegar a situaciones no muy agradables. Ni si quiera sé si volveré. Es lo mejor. Quiero que encuentres a alguien  que no te deje por una mierda de trabajo y te cuide siempre.
     En un arrebato le abracé bien fuerte.  Sabía lo mucho que le costaba hacer esto, tanto como a mí.
Noelia: Te voy a echar mucho, mucho de menos. –dije aun abrazada a él.

miércoles, 3 de agosto de 2011

~ Capítulo 34;

Hey, hey, heeey. María picada al habla. (Ejem, Alex y Yai, ejeeeem)
Pues nada, capítulo largo, lo advierto.
Deciros que ya sí tengo todos los capítulos escrito. 49 capítulos más un cap especial 50 'epílogo'
Pero eso ahora no debe importaros, que aún vais por el 34. xD
Enjoy it! <333
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POV DANNY.
Dougie y Carla se fueron. Hablar con Carla en su momento fue como la paz que necesitaba para relajar mi mente. Todo iba bien, mejor que bien. Hasta que me dijo que operaban a Inés la semana que viene. Un sentimiento insólito me abordó. Sin saber aún porqué la operarían me creí culpable. Algo egocéntrico por mi parte, pero fue así. Pensé que le había hecho daño y me puse muy nervioso. Me preocupé y mi corazón se aceleró demasiado. Estuve a punto de salir corriendo a buscar a Inés y comprobar que estaba bien. Luego Carla me aclaró el porqué de la operación. Eso me tranquilizó un poco. Pero solo un poco. Las operaciones nunca me dieron buena espina, y después de la reacción que había tenido con saber que la operaban, no me quería ni imaginar cómo me pondría si le pasase algo.
Pensé que ese el momento oportuno para ir a verla, hablar con ella. Aún mi cabeza no sabía muy bien qué hacer, pero quizás eso le ayudase. Me levanté, porque aún seguía sentado en el escalón de la puerta. Cerré la puerta y me fui a casa de las chicas. Llamé al timbre y tuve que esperar, como siempre, unos minutos. Al fin, Noelia abrió la puerta.
Noelia: ¿Otra vez aquí, Jones? –preguntó. Noté que esta vez estaba de mucho, mucho mejor humor. - ¡Inés, Jones está aquí! –gritó yendo de nuevo hacia dentro de la casa, sin esperar si quiera a que abriese la boca.
El precioso rostro de Inés asomó a lo lejos. Al verme dudó unos segundos, luego vino hacia la puerta y me sostuvo la mirada callada.
Danny: Emm… Hola… -dije tímido.
Eso era otro tema. Desde aquel beso en el probador, miraba de forma distinta a Inés. Me ponía algo nervioso al estar con ella y hablarle. Intenté disimularlo lo máximo posible.
Inés: ¿Q-Querías algo?
Danny: No. Bueno sí. –me miraba con una ceja levantada y parecía que le divertía mi torpeza. Sonreí como un idiota y ella me imitó. – La verdad… bueno, venía a verte.
Esa respuesta definitiva pareció sorprenderle ya que abrió mucho los ojos.
Inés: ¿A-A mí? –preguntó algo incrédula.
Danny: Sí, eso es lo que acabo de decir. –reí. Ella sonrió algo nerviosa.
Inés: Bueno… Eh… Pasa. –dijo finalmente. Se apartó hacia un lado y me dejó espacio.
Me quedé en la entrada. Al ver que no pasaba a dentro de la casa, Inés pasó por mi lado y entró ella primero. Yo la seguí. Se paró en el salón. Allí, Noe jugaba a la consola. Yo observaba de nuevo la casa como si no hubiera estado nunca.
Noelia: ¿Molesto? –preguntó sin apartar la vista del televisor.
Inés: Pues… La v-verdad…
Danny: ¿Te acuerdas aquella conversación en el jardín cuando nos conocimos? – la corté mirando las ventanas que daban al jardín del que hablaba.
Inés primero me miró a mí, luego miró hacia el mismo sitio que yo. Sonrió y me agarró del brazo sacándome fuera y sentándome junto a ella en la hierba. Estaba atardeciendo, y aunque desde allí no había muy buenas vistas a lo lejos –sólo las hay desde el último piso de la casa –el cielo anaranjado y los miles de pájaros que sobrevolaban nuestras cabezas era una imagen preciosa.
Estábamos sentados con las piernas estiradas, las manos y parte de los brazos en el césped, con nuestra cabeza alzada hacia el cielo.
Inés: ¿Y… Por qué q-querías ver-me? –dijo después de un prolongado silencio.
Danny: Pues… -dudé.- No sé…
De nuevo, ella se quedó callada esperando que dijera algo más. Desde luego no estaba conforme con mi respuesta.
Danny: Carla me ha contado lo de la operación.
Inés: Ah. –dijo casi en un susurro.
Danny: Quiero… Quiero que sepas que yo, y lo demás, -añadí. – vamos a estar contigo y no te va a pasar nada malo. –ella se limitó a asentir, mientras su mirada seguía en el cielo.
Me había costado mucho decir esa maldita frase para solo conseguir que aprobara con la cabeza.
Inés: Gracias. –dijo finalmente.
El canto de los muchos pájaros en el aire suavizaba los silencios que se producían en nuestra conversación.
Inés: Luego e-estaré una o d-dos semanas sin p-poder ha-blar. –rió, según mi opinión por no llorar.
Danny: Entonces será mejor que digas ahora lo que no podrás decir la semana que viene. –contesté rápido. Ella me miró extrañada.
Inés: ¿Q-Qué quieres d-decir? –inquirió mirándome.
Ni yo sabía lo que había querido decir con aquello.
Danny: Yo… no sé… No quería que te lo tomaras a mal…
Inés: Ge-nial, Danny. –dijo algo mosqueada.
Danny: ¿Y ahora qué pasa? –pregunté sin entender.
Inés: Nada, d-da igual. ¿S-Sabes qué? Será m-mejor que lo d-dejemos. –dijo levantándose.
Hice lo mismo y siendo más rápido me puse delante de ella, impidiendo que entrara dentro de casa y acabase esa conversación.
Danny: No. Inés, dime que pasa. –ella intentó esquivarme pero la agarré de los brazos.
Inés: T-Te he d-dicho que nada.
Danny: Ya sé lo que me has dicho. Ahora dime que pasa. –ella silenció. – ¿Es por lo de que digas ahora lo que no podrás decir la semana que viene? Lo he dicho sin pensar, ¿vale? Lo siento si te ha molestado. –me disculpé alterado.
Inés: ¡Joder, Danny! –gritó. –Hay cosas que q-quiero decir, p-pero no digo por…
Danny: ¿Por…? –dije esperando a que continuara.
Inés: En serio, Danny. D-Déjalo. –intentó escabullirse de nuevo. No la dejé.
Danny: ¿Por miedo? ¿Por vergüenza? ¿Por el qué dirán?
Inés: Por ti.
Disminuí la fuerza que estaba haciendo sobre sus brazos. Analizaba buscando ayuda en sus ojos el porqué de esa respuesta. ‘Por ti’ Por mí. Por mi culpa.
Danny: ¿Por qué dices eso? Sabes que yo nunca te juzgaría por nada.
Inés: No, no lo sé. Ese es el prob-blema.
Negué la cabeza sin entender y sin creer aun lo que estaba oyendo.
Danny: Esto es increíble… -me dije a mí mismo.
Inés: No tanto. –me contestó. – ¡Joder Danny! –gritó desesperada. - ¿Qué mierda pasaría si te dijera ahora mismo que te quiero, eh? –Elevaba su tono de voz enfadada.-  Dejarías de hablarme, me ignorarías, me esquivarías incluso. ¿Quién quiere a una tartamuda detrás de su culo? –enojada fue soltando cada una de las palabras como puñaladas que me dolían, además sus ojos se llenaron de lágrimas llenas de rabia.
Danny: Pensaba que en aquel beso te lo había dicho todo.
Inés: Yo también.  T-Te juro que lo sen-tí. –miró al cielo e intentó tragar sus lágrimas. –Luego te acostaste con Carla.
Danny: Olvida eso. –le sujeté la cara con mis manos.
Sus ojos se habían puesto ligeramente rojos y su labio inferior temblaba un poco. No quiso mirarme y prefirió cerrar los ojos, dejando caer con ese parpadeo un fino canal de agua salada.
Danny: Olvídalo. –repetí.
Inés: Danny…
Danny: ¿Qué? –aun con su cara entre mis manos.
Inés: Te quiero.
La seguridad con la que lo había dicho me puso los pelos de punta. Sin quererlo mis ojos ahora estaban vidriosos. Me mordí el labio inferior  para oprimir las lágrimas. La observé de nuevo unos segundos. Segundos antes de juntar nuestras bocas y unir nuestros sentimientos, en ese momento, muy a flor de piel. Noté su piel húmeda en mi mejilla. Noté como iba lento y saboreándolo todo al detalle. Noté como sus pequeñas manos se situaban en mi nuca con delicadeza. Noté como el temblor fue desapareciendo y como mi organismo, y seguramente el suyo también, me pedía oxígeno. Y a muy pesar mío, tuve que separarme de su boca. No mucho, lo suficiente para coger aire.
Sonreí sutilmente, aun con la respiración acelerada. Me fijé como a Inés se le volvieron a llenar los ojos de lágrimas y que no tenía muchas fuerzas para poder controlarlas. Como una cría se puso a llorar a la vez que escondía su cara en mi cuello, agarrándome con fuerza por la espalda.
Inés: Idiota… -dijo entre lágrimas.
Danny: ¿Gracias? –reí mientras le acariciaba la suave melena. –No, Inés, ahora en serio. –se separó y me miró. –Deja de llorar, ¿va?
Con la ayuda de mis dedos le limpié la cara. Mientras tanto, ella se percató de mi herida. Incrustó su vista en ella y antes de que dijera o preguntara nada le aclaré sus dudas.
Danny: Dougie es muy agresivo a veces. -Reí.
Sin entender muy bien que me había pasado acercó sus labios a mi mejilla y me besó con dulzura justo encima del corte. Al separarse me sonrió y yo hice lo mismo.
Inés: No sé si quiero saberlo.
Danny: Lo más seguro es que no.
Los dos sonreímos como idiotas, para finalmente, volver a besarnos. Volver a sentir esa sensación, volver a sentir que algo empezaba a cobrar sentido.