POV DANNY.
Aproveché la ocasión de que Dougie y Carla se había ido a la cocina para acercarme más a Inés. Se notaba tan frágil que pequeños nudos se formaban en mi estómago por no quererle hacer daño. Con suma delicadeza recorría las líneas de su cuerpo por encima de su ropa y acariciaba con mí lengua la suya.
Inés: Danny… -me llamó. No le hice caso. -¡Danny! –insistió riendo. Tuve que separarme de ella.
Danny: ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? –repetí impaciente. Ella rió divertida.
Inés: ¿Has es-cuchado e-so?
Su piel era demasiado dulce como para dejarla a un lado y seguir esta conversación que no parecía nada interesante. Solté un sonido extraño que ni afirmaba ni desmentía nada y volví a pegar mis labios a su cuello.
Inés: ¡Danny! ¿Me es-tás escuchan-do? –de nuevo solté la misma pronunciación de antes, esta vez sin separarme. –C-creo que ha sido la p-puerta de ca-sa.
Resoplé abatido y me volví a separar de ella, para mirarle a los ojos.
Danny: ¿Qué te preocupa, a ver?
Inés: No, nada. Sólo p-pensé que podían ha-ber sido Doug y Carla, que se ha-yan ido.
Danny: Posiblemente. ¿Y qué?
Inés: P-pues que si es así… Estamos s-solos, ¿n-no?
Danny: Ajá.
Inés: Bien… Sí… -rió nerviosa. –Esto… Errhh… ¿Quieres c-cenar al-go? –dijo moviéndose debajo de mí para levantarse del sofá.
Danny: Pero… -estaba confundido.- Inés…
Inés: ¿Un sándwich? –me interrumpió. Ahora se fue a la cocina, sin ni si quiera escucharme.
Fui a la cocina. Me la encontré buscando cosas por el frigorífico y por las estanterías, dejando en la encima lo que quería para preparar de cena.
Danny: Inés.
Inés: ¿Qué? –me contestó sin mirarme, moviéndose de un lado para otro.
Danny: ¿Qué coño te pasa?
Inés: ¿A mí? N-nada.
Me estaba empezando a poner nervioso porque no paraba quieta, y ni me miraba cuando me hablaba. Le cogí de un brazo con cuidado y la coloqué delante de mí.
Danny: Te has puesto nerviosa de repente. Soy tonto y no sé por qué, pero quiero que me lo digas. –le miré a los ojos.
Inés: Está bien… Nunca he he-cho un sand-wich. Siempre los ha-ce Carla. A lo m-mejor no sale tod-do lo bien q-que esperas, p-pero lo int-tentaré.
Danny: ¿De qué estás hablando? –solté una carcajada enorme. Hice reír a ella también, aunque más tímidamente.
La cogí en peso, haciendo que su rostro estuviera por encima del mío. Ella enroscó sus brazos en mi cuello y le miré divertido.
Danny: ¿Y tú eres la lista de la pareja? La llevamos clara. –reí. –Sabes que no te estaba diciendo eso.
Inés: Lo sé… -admitió.
Danny: ¿Y bien? ¿Quieres decirme algo? –Ella negó con la cabeza. -¿Seguro?
Inés: ¡Jo, Dan! –exclamó escondiendo su cara en mi hombro como si fuera una cría.
Sonreí como un tonto cuando hizo eso. La dejé con dulzura en el suelo otra vez. Pasaron varios minutos mientras ella ocultaba su rostro en mi pecho. Cuando se separó su mirada estaba en sus manos, a la altura de mi cintura.
Inés: Me da m-miedo estar a s-solas contigo. –dijo casi en un susurro.
Mis ojos se abrieron como platos, aunque ella no me vio. Agaché unos centímetros mi cabeza hasta tenerla justo en frente de la suya.
Danny: ¿Puedes repetir eso mirándome? –le pedí.
Inés: Me da m-miedo estar a s-solas contigo. –cumpliendo con mi petición.
Danny: ¿Por qué? No muerdo. –desvié la vista un segundo al techo. –Bueno, vale, a veces sí. Pero si me lo pides, no volveré a morder. Lo prometo. –le saqué una pequeña sonrisa.
Inés: No es p-por eso… Es por… E-eso. –recalcó.
Danny: ¿Cuál es el problema?
Inés: Digamos que… tú t-tienes mucha, mucha exp-periecia, y yo… pues no. –de nuevo volvió a esconder su cara en mi cuerpo.
Danny: ¿Cómo qué no?
Inés: Como que no.
Danny: ¿En serio?
Inés: ¡Danny! –dijo volviéndose a separar de mí.
Danny: Vale, vale. Sólo que no me lo esperaba. –ella me miró sin entender. –No sé, eres demasiado preciosa como para que sea, si lo soy, el primero. Ya me pareció extraño en su momento que no tuvieras novio… -reí.
Ella rodó los ojos y me besó. Ya percibí que estaba más tranquila. Aun así, quise asegurarme.
Danny: Sé que puedes tener miedo, lo entiendo. Pero debes confiar en mí. Si ya tenía cuidado antes, ahora tendré el triple.
Inés: Pero Danny… No sé… Las chicas me han ha-blado de esto. Dicen que duele. Y p-para que ellas lo di-gan…
Danny: Ya, ya. –asentí. -Pero… Bueno, tú haz lo que veas. Yo te voy a respetar. Siempre.
Esta vez fui yo quien me acerqué para besarla. Quería, de alguna forma, transmitir la seguridad que le faltaba.
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