POV DANNY.
Danny: ¿Estás bien?
Inés: Bueno… E-este sit-tio no es m-muy acoge-dor, pero… tú estás a-quí. –sonrió algo tímida.
Danny: Siempre estaré aquí, contigo, lo sabes.-no contestó, se limitó a asentir y a agarrar más fuerte mi mano.
Inés: Tengo miedo. –mirándome a los ojos.
Le sostuve la mirada unos segundos, buscando la respuesta idónea, porque un ‘todo va a salir bien’ ya no valía.
Danny: Yo también lo tengo, ¿sabes? –dije mordiéndome el labio inferior. -¿Te puedo hacer una pregunta? –inquirí. Ella asintió. -¿Por qué? ¿Por qué todo esta mierda? A mí me gusta como hablas. –sonreí tranquilizándola.
Ella dudó unos segundos, con los ojos cerrados, cayendo un par de lágrimas por su rostro. Pensé entonces que no debí preguntar nada. Se volvió al otro lado de la cama y cogió una libreta y un bolígrafo que tenían puesto el nombre del hospital. Se incorporó un poco en la cama y me miró con los ojos acuosos antes de ponerse a escribir.
Inés: Tendr-e q-que ir prac-ticando por lo q-que pueda p-pasar. –rió nerviosa.
Escribió en la libreta, rápido, sin pensar mucho lo que estaba poniendo en aquel papel, ya que se veía que lo tenía bastante claro. Una vez que acabó, se quedó con el boli y me pasó la libreta abierta por donde había escrito.
‘Esta mierda me ha dado demasiados problemas. Quiero olvidar todo lo que pasé por culpa de esto. Quiero que forme parte de un pasado en el que nunca más pensaré. Quiero que no me miren raro cuando hablo, dejar de ser un bicho extraño. Quiero empezar de nuevo bien.’
Leí varias veces la nota. No sabía que tenía que decir ahora. Justo en ese momento entró en la habitación una enfermera que parecía feliz. Llevaba en sus manos una bandeja de comida y un botecito con algunas pastillas de distintos colores.
Enfermera: Siento interrumpir. –dijo al ver en la situación que nos encontrábamos. – Te traigo la cena, corazón.
Puso la bandeja sobre un soporte que colocó encima de las piernas de Inés. Ésta se había secado las lágrimas rápidamente y ahora mostraba una sonrisa de las suyas. A continuación, la enfermera se puso a decirnos para qué era cada pastilla.
Enfermera: Y como sé que esta noche vas a dormir bien poco, ésta te tranquilizará. –dijo mostrando una pastilla azul. -Eso es todo. Ahora descansad. Si no me equivoco… -pensó durante unos segundos. – Mañana a las 6 de la mañana se te inyectará la anestesia que te dejará grogui durante la operación y hasta la tarde, más o menos.
Danny: Gracias. –sonreí.
Enfermera: Para usted, la cafetería está abierta toda la noche. Por si quiere tomar algo.
Danny: Gracias, de nuevo.
La chica sin dejar nada más que una sonrisa para los dos, salió de la habitación.
Inés: Guapa, ¿eh?
Danny: Sí, era bastante guapa. –dudé unos segundos y escuché una carcajada de Inés. - ¿Pero qué…? ¿Qué dices? No me mola, ¿vale? –dije ofendido.
Inés: Danny, Danny, Danny… -volvió a reír.
Danny: Inés, va en serio.
Inés: ¿Por qué n-no vas a la ca-fetería? Quizás p-pilles su tur-no lib-bre.
Danny: Já, já y já. –reí irónico. –No pienso ir.
Inés: Va, tonto. Q-que es b-broma. ¿Cómo iba a q-querer yo q-que te fue-ras con otra chi-ca? –dijo alargando los brazos para abrazarme.
Suspiré sonoramente a la vez que sonreía y me acercaba a Inés. Aparté antes la comida de en medio y la abracé bien fuerte. Ella hizo más de lo mismo. Al separarme me besó muy intensamente. Un beso muy largo, hasta dejarnos sin respiración.
Inés: Ve a la ca-fetería mientras yo c-ceno aquí. –dijo cuándo posé mi frente sobre la suya. – Te quiero.
Danny: Te quiero.
Un último beso más antes de salir de aquella habitación por primera vez en todo la tarde. Ahora estaba más seguro y no sabía por qué. Todo iba a salir bien. No me podía imaginar que algo se torciera. Eran situaciones que no lograban entrar en mi cabeza, y lo agradecía después de todo.
Entré allí, había poca gente, todos con pinta de estar muy cansados. Fui a la barra y pedí un café. No tenía mucho más apetito y era lo único que me entraría.
Me lo tomé rápido. Tampoco es que tuviera muchas más ganas de quedarme allí. Cuando estaba pagando, sonó el móvil. Era Carla. Le dije que todo estaba yendo bien, que no tenía por qué preocuparse. Mis palabras la dejaron más tranquila. Me preguntó unas cuantas veces si quería que viniese ella para yo volver a casa y dormir mejor. Me negué en todas ellas. No se prolongó mucho más aquella conversación.
Volví a subir a la habitación 211. Entre, pero no me agradó mucho lo que vi. A lado de la cama de Inés estaba su bandeja. Había comido menos de la mitad. Las pastillas si se las había tomado todas. Ella, dormía en la cama como un bebé. En su mano, tenía la libreta y el boli. Se los quité con cuidado y observé que había escrito algo nuevo.
‘Buenas noches, amor. Te veo mañana por la tarde. Descansa y no te agobies demasiado, que te conozco. Pase lo que pase, gracias. Te quiero mucho.’
Miré a mi chica con los ojos vidriosos. Me acerqué a su boca y junté nuestros labios dulcemente. Me senté en la silla y la observé durante toda la noche, como se movía de un lado a otro de la cama, soñando en a saber qué. Más de una vez me dieron impulsos de meterme con ella en la cama y abrazarla por la espalda, darle besos por la nuca y sentirla contra mi piel, de susurrarle al oído lo mucho que la quería. ¿Era posible que la quisiese tanto?
**: Perdone…
Un ligero y suave zarandeo me hizo abrir los ojos. Me encontré a la misma enfermera que la noche anterior había atendido a Inés.
Enfermera: Nos llevamos a Inés. Ya le hemos puesto la anestesia.
Danny: Sí, sí. Perdone. –dije volviendo en sí.
Habían colocado a Inés en una camilla. Me levanté rápidamente y me puse a su lado. Parecía dormida.
Enfermera: Puede esperar aquí, o venirse a la sala de espera de las operaciones.
Danny: Vale, vale. A la sala de espera. –contesté.
Una nueva chica y otro chico entraron en la habitación y cogieron la camilla donde estaba tumbada Inés. Entre ellos tres la deslizaron por la habitación y parte de los pasillos. Yo no me separaba de ella.
Enfermera: Aquí es. –me dijo cuando llegamos a una habitación bastante amplia pero vacía, además con muchas sillas.
Danny: Está bien. –me agaché para poner mi rostro al lado de el de Inés. –Te veo esta tarde, pequeña. –le susurré, y como la misma noche anterior había hecho, posé una última vez mis labios sobre los suyos.
Me separé y sin apartar la vista de ellos, vi cómo se alejaban por el pasillo y cómo se perdían por otra puerta. Miré a mí alrededor. Intenté no agobiarme como me había dicho Inés y tranquilamente me puse a dar vueltas por aquella habitación. De vez en cuando miraba por la ventana. Los minutos iban pasando y empezó a entrar algunas pocas personas más. Todas estaban muy nerviosas y la mitad emocionadas. Aquel sitio empezaba a no gustarme. Salí fuera al pasillo, donde había un par de hombres que, como yo, no querían estar dentro de la sala de espera. Los minutos seguían pasando, pero parecían alargarse hasta el infinito.
Tengo un nudo en la garganta, por tu culpaaaaaaaa! que casi me pongo a llorar..
ResponderEliminarY no se porqué! ¬¬
PRECIOSO! T.T
:'( Ojala no le pase nada...
ResponderEliminarGuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaau! Tengo un nudo en la garganta...
ResponderEliminar¿Y si no sale bien? ¿Y si muere? ¿Que pasará?
No puedo aguantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaar!
Intrigaintrigaintrigaintrigaintrigainytigaintrigaintrigaintrigaintrigaintrigaintrigaintrigaintriga.... jaja!
ResponderEliminarsiguelo muy pronto! :)